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El gas que llevó la muerte a Luanco

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El 17 de agosto de 1982 once personas murieron en la villa por un escape de propano de las bombonas del bar de la localidad
Es una fecha que ha quedado grabada en la memoria de los luanquinos. Ese día, a las cinco menos diez de la madrugada, una explosión de gas propano destrozaba el bar 'El bodegón', que estaba ubicado en el número 17 de la calle de Ortega y Gasset, cerca del puerto local, y otros tres inmuebles, incluida la Ayudantía de Marina. Pero lo más grave es que se cobró la vida de once personas, mientras que otras tantas resultaron heridas. Todo ocurrió una noche de verano con cientos de visitantes en la villa de Luanco. A las cinco menos diez de la madrugada se escuchó la explosión. El resultado: once muertos. En un primer momento, se localizaron los cadáveres de Carlos Asensio Bretones, de 57 años y catedrático de Bioquímica de la Universidad de Alcalá de Henares; Rafael de Diego (38), ex futbolista del Sporting, Real Madrid, Real Oviedo y Espanyol, entre otros equipos; su madre, Ramona Larrañaga; su esposa, Marta Álvarez; sus dos hijos gemelos Javier e Iñaki (9); su empleada de hogar, María Angélica García (19); Miguel Márquez (65), avilesino y capitán de Artillería retirado; su nieto, el madrileño Pedro Miguel Vidal-Guirardo (15), y el joven irlandés Daryll Brad Shaw (15), invitado de la familia De Diego. Al día siguiente se supo también del fallecimiento de Raimundo García (29), que había sido alcanzado por la onda expansiva.
Los heridos fueron María Esther Sampedro, esposa del catedrático; sus hijos Lucía (18), Álvaro y Diego (11) y Laura (9); Abelardo Martínez (30), María Dolores Díaz (26), Generosa González (79), Ángeles Alonso (59), Paulino Rodríguez (57) y Marta de Diego (15), hija de Rafael de Diego y que perdió a practicamente toda su familia en la deflagración.
Toda la comarca se volcó en las labores de rescate. Acudieron agentes de la Guardia Civil de Gijón, Oviedo y Avilés, el Grupo Especial de Rescate de Cruz Roja Española, la Brigada de Salvamento de Hunosa, bomberos de Gijón, Avilés y la antigua Ensidesa, Protección Civil, policías locales de Luanco y Candás, y un buen número de ambulancias y excavadoras.
Los luanquinos, muy conmocionados por lo que estaban viviendo, siguieron muy de cerca las labores de rescate esperando poder encontrar a sus vecinos y amigos con vida.
La causa del suceso se conoció después de una inspección realizada por técnicos de la Dirección Provincial de Industria y Energía. Fue un escape de gas propano que causó una explosión, derribando cuatro edificios y destrozando cristales y persianas en un radio de 60 metros.
El bar disponía de seis botellas de propano de 12 kilos cada una. Los técnicos encontraron tres llenas y y otras tantas vacías, y fue el grupo de botellas que suministraba a la cocina -el otro lo hacía a un calentador- el que sufrió el escape. El gas se acumuló durante casi tres horas y fue una chispa, producida por un electrodoméstico o un cigarrillo, lo que causó la tragedia. Cuatro días antes técnicos de Butano habían acudido al bar tras detectar el propietario olor a gas y se cambió un regulador.
La tragedia, que aún hoy no se olvida en Luanco, impactó en toda España. Los Reyes y el Príncipe de Asturias enviaron telegramas de condolencia y al responso, celebrado en el cementerio de La Carriona, en Avilés, acudieron el ministro del Interior, Juan José Rosón; el de Obras Públicas, Luis Ortiz; el gobernador civil en Asturias, Ricardo Larraínzar, y el presidente del Consejo de Gobierno, Rafael Fernández, entre otras muchas autoridades.

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