Fotografía satélite de la antigua instalación fabril.

El proyecto que el pasado lunes fue aprobado por el Consejo de Gestión de Urbanismo contempla la adecuación de la vieja fábrica, que fue adquirida por Antonio España en los años ochenta y cuenta en la actualidad con una importante estructura de pórticos de hormigón armado y cubierta formada por cerchas metálicas y chapa ondulada. Una edificación que se encuentra en avanzado estado de deterioro, debido a la falta de mantenimiento, por lo que entienden desde la Gerencia que 'su rehabilitación se considera necesaria para mejorar la imagen de la zona y la correcta conservación de un edificio con una tipología industrial interesante desde el punto de vista arquitectónico'.

La superficie del edificio principal será de 2.463,82 metros cuadrados, mientras que el proyecto deberá incluir las obras de acondicionamiento del solar, urbanización y el tratamiento perimetral de la instalación -un vallado con vegetación- destinado a proteger la zona del impacto visual que pueda generar la nueva actividad.

La empresa Antonio España e Hijos es el gestor autorizado por el Consorcio onubense para la Eliminación de Residuos Plásticos y Biomasas, con la encomienda de reciclar, entre otros materiales, las más de 15.000 toneladas de plásticos que se usan anualmente en la campaña fresera de la provincia.

La nueva tecnología que se instalará en la carretera hacia Gibraleón se destinará al troceado, limpieza y preparación del plástico para expedirlo al mercado nacional e internacional. La empresa lo concibe como un proyecto 'ambicioso y comprometido con el medio ambiente'. Dos premisas que implican maquinaria de última generación, en cumplimiento de las normativas internacionales, y una inversión de cinco millones de euros, que se prevé amortizar en virtud de un protocolo de estabilidad con el Consorcio -un órgano que aglutina a 17 ayuntamientos y a la Diputación- para asumir este servicio a largo plazo.

Además de la planta de tratamiento de plástico agrícola, la empresa habilitará una planta de combustible derivado de residuos (CDR). La idea es que todos los residuos no orgánicos de carácter urbano, mediante un proceso de clasificación en origen y su posterior trituración, puedan ser inyectados en hornos, sobre todo de cementera, para la obtención del cemento. Entre ambas plantas se estima que podrán generarse en torno a 45 puestos de trabajo.