Entre 1999 y 2011, las exportaciones de residuos de acero, hierro, cobre, aluminio y níquel de los Estados miembros de la UE hacia otros lugares del mundo se han duplicado y las exportaciones de los residuos de metales preciosos se han multiplicado por tres. Son dos de los datos que nos aporta un reciente informe de la Agencia Medioambiental Europea, en el que analiza los flujos de residuos dentro de la UE y las exportaciones e importaciones de residuos desde o hacia la misma.

El rápido crecimiento experimentado en algunos países ha creado una enorme demanda de estos materiales, particularmente en Asia. ¿Por qué? Básicamente porque el coste de extraer de forma convencional las materias primas es muy elevado, así que el incentivo de reciclar o recuperar energía vía incineración se ha incrementado tanto los mercados europeos como en el resto de fuera de Europa.

El problema es que esta situación ha propiciado las exportaciones ilegales. No todos estos movimientos de 'residuos electrónicos' están bajo control, muchos se saltan la legislación, dañando al entorno, la salud y con impactos económicos negativos sobre aquellos países e instituciones que sí cumplen con la legalidad.

La Convención de Basilea es la base sobre la que se sustenta las distintas legislaciones vigentes en Europa sobre las exportaciones de productos que pueden considerarse peligrosos. El problema con las exportaciones de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos es discernir cuándo son considerados productos de segunda mano, reutilizables, y cuándo residuos que no deberían salir de sus respectivos países para poder tratarse en plantas de tratamiento adecuadas y evitar los peligros de su traslado.

El estudio muestra el incremento de las exportaciones de residuos desde la UE y las cantidades de RAEE exportadas hacia Asia y África. Este flujo podría encontrarse entre 250.000 y 1.300.000 toneladas, muchas de ellas clasificadas fraudulentamente. En muchas ocasiones los exportadores ilegales utilizan la primera acepción (productos usados destinados a su reutilización) para enmascarar sus intenciones y no incumplir la ley, cuando realmente son residuos a los que se les extraerá sus componentes valiosos sin ningún tipo de gestión medioambiental reglada, lo que ocasionará un daño al medio ambiente, la salud y las economías de aquellos que sí cumplen con la normativa vigente.

Enlace con el informe de la Agencia Medioambiental Europea.