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Repsol reducirá en más de 25 % sus emisiones de gases de efecto invernadero

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En el año 2020 y con respecto a las emitidas en 2005

Las políticas de Repsol contra el cambio climático permitirán una reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el año 2020 de más de un 25 % respecto a las lanzadas a la atmósfera en 2005. La multinacional energética forma parte de la Oil&Gas Climate Initiative (OGCI), un proyecto constituido en noviembre del pasado año e impulsado por diez grandes petroleras (BP; CNCP; Pemex; Reliance; Repsol; Saudi Aramco; Shell; Statoil y Total) que suman la quinta parte de la producción mundial. De forma conjunta, invertirán 1.000 millones de dólares en la próxima década “para impulsar un salto de escala en las tecnologías para combatir el calentamiento global”, informaron fuentes de la compañía presidida por Antonio Brufau.

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Foto de familia de la Oil&Gas Climate Initiative (OGCI), un proyecto constituido en noviembre del pasado año e impulsado por diez grandes petroleras (BP; CNCP; Pemex; Reliance; Repsol; Saudi Aramco; Shell; Statoil y Total) que suman la quinta parte de la producción mundial de hidrocarburos.

La OGCI focalizará su trabajo en el desarrollo de la captura y almacenamiento de CO2 y en el control de las emisiones de metano, “áreas con un alto potencial para reducir emisiones y en las que la industria del petróleo puede aportar su conocimiento y experiencia”.

En opinión de Jaime Martín Juez, director corporativo de Tecnología y Negocios Emergentes de Repsol, se trata de “una iniciativa inédita porque es la primera vez que un grupo de compañías del sector de petróleo y gas da un paso adelante para ser parte de la solución, no un actor pasivo, y liderar el cambio tecnológico que permita alcanzar los objetivos asumidos en la cumbre de París (COP21)”.

La OGCI está liderada por los consejeros delegados de las diez compañías (en el caso de la firma española, Josu Jon Imaz), entre las que figuran algunas de las mayores del sector a nivel mundial, como Saudi Amraco y la china CNPC, y todas las grandes europeas. “No podemos esperar más si queremos que la temperatura global no supere a final de siglo los 2° C con respecto a la época preindustrial”, afirma Jaime Martín.

Un ambicioso objetivo

La actual tendencia de las emisiones de gases de efecto invernadero indica que se está lejos de ese objetivo, “y que será necesario un compromiso global muy firme para alcanzarlo”. El sector de los hidrocarburos aporta, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), más de la mitad de la energía primaria que necesita la economía mundial y emite con sus operaciones en torno al 5% del total de gases GEI. El uso del petróleo y el gas en la generación de electricidad, el transporte o la industria representa otro 32%.

En los últimos diez años las compañías que integran la OCGI han reducido sus emisiones alrededor de un 20% como promedio, pero “nuestra ambición es contribuir con una reducción adicional de una gigatonelada (Gt) en la próxima década”, apunta Martín.

“No se trata de una declaración de intenciones, queremos un cambio real”, continúa el director corporativo de Tecnología y Negocios Emergentes de Repsol, quien recuerda que la OGCI ha comprometido una inversión de 1.000 millones de dólares en tecnologías frontera, que se sumarán a los programas de reducción que ya realiza cada compañía. “Nos gustaría sembrar la semilla de una mayor inversión en toda la cadena de valor del sector y en otros” segmentos de actividad económica, y que incluya el apoyo a star-ups tecnológicas para incubar soluciones a largo plazo.

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Repsol cuenta con un portafolio en el cual el 65 % de la producción y el 75 % las reservas son de gas natural.

Repsol, una trayectoria consistente

Repsol, que ya fue la primera compañía del sector del oil&gas del mundo en hacer público su apoyo al Protocolo de Kyoto, forma parte de este grupo de empresas avalada por la transparencia y los resultados de sus programas de eficiencia energética, puestos en marcha hace más de diez años. Sobre un inventario de emisiones de 20 millones de toneladas de CO2, “vamos a reducir del orden de 6 millones para 2020”, avanza Martín.

Un compromiso que se materializa en una inversión de 500 millones de euros y se desglosa anualmente en 150 acciones concretas de integración energética, optimización de consumos o el ahorro de 380 kilotoneladas de CO2 al año por la reutilización de los gases que antes se quemaban en antorcha, enumeran fuentes de Repsol.

Las medidas de eficiencia energética seguirán siendo la principal fuente de reducciones hasta mediados de siglo, “pero llegará un momento en que no podremos avanzar más sobre ellas y en el sector tendremos que apostar por desarrollos tecnológicos que tomen el relevo. Ser miembros de la OGCI nos permite compartir ese reto”, asegura Martín.

Repsol aporta a la OGCI su trabajo en áreas como la utilización del CO2 capturado para fabricar otros productos con más valor añadido, “una línea muy novedosa en donde somos pioneros”. En una planta de demostración situada en Puertollano se investiga con desarrollos bastante avanzados para introducir el CO2 como materia prima en la producción de plásticos “y convertirlo en una solución en vez de un problema”.

La compañía española también compartirá su experiencia en la formulación de combustibles eficientes asociados a motorizaciones muy diversas, un sector crucial porque el transporte consume una quinta parte de la energía primaria del mundo, un porcentaje que crecerá con el parque de vehículos.

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Repsol investiga en su complejo industrial de Puertollano cómo utilizar el CO2 capturado para fabricar plásticos.

Impulso a la ‘Captura y Almacenamiento de CO2

“La solución contra el cambio climático será tecnológica o no será”, añade Martín, “y para ello tenemos que llevar a realidades industriales tecnologías todavía en fase de demostración”, como la ‘Captura y Almacenamiento de CO2’ (CAC), sin cuya aportación será muy difícil alcanzar el reto de los 2°C.

En la actualidad hay 32 grandes proyectos de CAC en marcha en todo el mundo que muestran que es una alternativa viable y segura, pero su capacidad de almacenamiento, unos 46 millones de toneladas al año, todavía representa menos del 1% del volumen que la AIE estima será necesario.

“La OGCI puede funcionar muy bien como catalizador de estos esfuerzos” y sus expertos evalúan hasta 200 nuevas tecnologías con la aspiración de que en los próximos cinco años “el panorama cambie radicalmente” e industrias muy emisoras de CO2, como las centrales térmicas de carbón, tengan asociados los primeros proyectos de CAC.

Entre los obstáculos que hay que superar está la falta de un conocimiento más preciso sobre la capacidad de almacenamiento que existe en el planeta, por lo que la OGCI colabora en la elaboración de un atlas geológico que señale dónde almacenar con seguridad el CO2.

También es clave el incentivo económico, con un mercado de CO2 lo más global posible que premie a las empresas más eficientes. Hoy, el coste de almacenar una tonelada de CO2 ronda los 60-80 euros, mientras que en el mercado europeo del carbono la tonelada se paga a cinco o seis euros. “Tenemos que cerrar esa brecha y conseguir el apoyo de las administraciones para que esta tecnología despegue”, apunta el director corporativo de Tecnología y Negocios Emergentes de Repsol.

Gas natural para un ‘mix’ más limpio

Los miembros de la OGCI comparten su apuesta por el gas natural como un combustible central en la transición hacia un modelo energético más bajo en carbono. El gas es ya una alternativa muy sólida en campos como la generación eléctrica, donde emite la mitad que el carbón y es complementario tecnológicamente con las energías renovables. “En Repsol estamos bien posicionados para este cambio”, afirma Martín, puesto que la compañía española cuenta con un portafolio en el cual el 65 % de la producción y el 75 % las reservas son de gas natural.

Esta apuesta “tiene un flanco sobre el que tenemos que trabajar: las emisiones de metano”. La OIGC destinará un tercio de sus inversiones para progresar en la detección temprana y corrección de estas emisiones, que suelen ser pequeñas fugas distribuidas en ductos, tanques o válvulas. Un reto para el que se ensayan soluciones como la monitorización continua con drones equipados de cámaras infrarrojo.

Solo un esfuerzo global puede dar resultados en la lucha contra el cambio climático, pero el sector del petróleo y el gas, “por la sofisticación de su cadena de valor y sus capacidades tecnológicas, es un actor fundamental para hacer posible una transición energética no abrupta. Todavía más de 2.000 millones de personas no tienen acceso a la energía eléctrica en el mundo. Eso hay que solucionarlo y conciliar ese desarrollo con la acción sin matices para reducir las emisiones”, concluye Martín.

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En diez años, la OGCI quiere lograr una reducción conjunta de sus emisiones de una gigatonelada.



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