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Ya que salvamos al planeta una vez, podemos hacerlo de nuevo

eleconomista.es []

 

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Los defensores del poder de las iniciativas globales para atacar el problema del cambio climático pueden destacar un tratado anterior que fue acordado para salvar al planeta de un severo daño ambiental. El Protocolo de Montreal de 1987 comprometió al mundo a la rápida eliminación de clorofluorocarbonos (CFC). En ese momento existían pruebas abrumadoras que demostraban que los CFC — productos químicos industriales utilizados en refrigerantes, aerosoles y una amplia gama de productos de consumo — estaban destruyendo la “capa de ozono”, un filtro natural en la atmósfera superior que protege a laTierra del efecto nocivo de los rayos ultravioletas.

Hasta este momento, todos hemos tenido que confiar en la efectividad del Protocolo de Montreal. Según las teorías, el tratado podía prevenir subsecuentes ataques químicos contra la capa de ozono — un proceso lento debido a que las moléculas malignas se mantienen durante décadas en la atmósfera antes de iniciar su destructiva reacción en cadena — y sanar el daño que ya había ocurrido. Ahora existe evidencia científica de que la prohibición de los CFC realmente ha avanzado la recuperación de la capa de ozono.

Un estudio internacional publicado en la revista Science indica que hay señales de sanación a largo plazo del agujero en la capa de ozono que se forma sobre Antártica y en el hemisferio sur cada primavera cuando las condiciones en la estratósfera favorecen la destrucción del ozono. El tamaño promedio del agujero se ha reducido en 4 millones de kilómetros cuadrados (el equivalente de la superficie terrestre deIndia) desde 2000. Y un análisis detallado comprueba que la recuperación se debe a una lenta reducción en la cantidad de los CFC atmosféricos como resultado directo del Protocolo de Montreal, en lugar de otros factores naturales o artificiales.

La confirmación del éxito de un acuerdo global en establecer medidas para eliminar contaminantes de la atmósfera será un arma convincente en la lucha actual contra el cambio climático para imponer límites estrictos sobre las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Es cierto que las circunstancias industriales y políticas que imperaban en los años previos al Protocolo de Montreal eran muy diferentes a las que rodean el debate del cambio climático. Los combustibles fósiles son fuentes de energía esenciales y su eliminación plantea cuestiones más complejas que la eliminación de los CFC hace 30 años.

Pero también hay similitudes, de las cuales podemos aprender algunas lecciones. Una es el requisito primordial de seguir las recomendaciones de la comunidad científica. Los temores de los químicos con respecto al daño que estaban ocasionando en la atmósfera superior los CFC surgieron por primera vez en 1970 pero no se tomó acción hasta que descubrieron el dramático y real agujero en la capa de ozono en 1985.

Además, tomar acción requiere de verdadero liderazgo, el cual fue proporcionado en ese momento por Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Esta pareja conservadora de aficionados del libre mercado fueron los improbables promotores de nuevas restricciones amplias sobre la industria, por lo que su apoyo fue especialmente efectivo.

Siempre existirán incrédulos vociferantes que tendrán que ser convencidos. En la lucha contra los CFC, la industria química se opuso inicialmente y entonces aceptó la evidencia. Pero los comentaristas de derecha en EUA denunciaron la idea del agotamiento de la capa de ozono como una estafa creada por científicos egocéntricos hasta 1990, utilizando una retórica muy similar a la de los escépticos actuales del cambio climático.

Aunque el cambio climático y el agotamiento del ozono fueron alguna vez vistos como problemas separados, se ha descubierto que los CFC también son poderosos gases de efecto invernadero que han contribuido sustancialmente al efecto invernadero del dióxido de carbono. Por lo tanto, las medidas decisivas que se tomaron para eliminar a los CFC hace 30 años ya han tenido un importante impacto en la lucha contra el cambio climático. 

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