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MEDIO AMBIENTE

Los siete principales errores en la gestión de los residuos eléctricos y electrónicos

elasombrario.com []

 

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Foto: Pixabay.


Aquí no se salva nadie. Con diferentes grados de responsabilidad, todos los sectores implicados en la gestión de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) cometemos errores. Desde quien fabrica a quien recicla, pasando por quien vende, compra o desecha. Todavía hoy en día hay fabricantes que no se responsabilizan de los residuos que genera su producto, puntos limpios que no cuidan los aparatos para luego reutilizarlos o personas que dejan impunemente un frigorífico en la calle o el campo. Son ejemplos de los siete errores más comunes detectados.

Está claro que algo falla cuando un informe conjunto de varias agencias de la ONU de este mismo año advierte de que solo se reciclaron correctamente el 20% de los 50 millones de toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) generados en todo el mundo en 2018, cifra que equivale a 125.000 aviones jumbo o 4.500 torres Eiffel. Europa, y sobre todo países como Noruega, Suecia y Estonia, es uno de los continentes que presenta mejores datos de reciclado, en especial en relación a los aparatos puestos en el mercado, aunque queda mucho por mejorar para llegar al 65% que marca la directiva europea para 2019. Buena parte de la mejora se basa en superar los siguientes siete errores en torno a la gestión de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).

Fabricantes que no invierten lo necesario en limitar e incluso evitar el impacto ambiental y social que supone la extracción, transporte y uso de recursos, materiales y compuestos, en algunos casos tóxicos.

Aluminio, cobalto, coltán, plomo, oro, cobre, plástico, silicio, cadmio, fósforo… La extracción y procesamiento de diferentes materias primas para producir cualquier aparato eléctrico o electrónico (AEE) obliga a las empresas a reducir su uso y hacerlo bajo extremas medidas que garanticen la sostenibilidad ambiental y social. El informe de la ONU señala: “Aunque los desechos electrónicos solo representan el 2% de la basura sólida mundial, aportan hasta el 70% de los residuos peligrosos que acaban en los vertederos”. Por otro lado, su fabricación suele ser la fase más intensiva en emisiones de dióxido de carbono (CO2).

Reciclado de materiales y uso de energías renovables aparecen como las alternativas más ecológicas. Por ejemplo, entre las medidas que destaca Greenpeace (De inteligencia a sinsentido. El impacto global de diez años de smartphones) que han emprendido algunas empresas está el dejar de emplear PVC, retardantes de llama bromados o ftalatos (plastificadores) y establecer porcentajes obligatorios de material reciclado.

Fabricantes que no evitan la obsolescencia programada para que luego se reparen fácilmente los aparatos y seguir utilizándolos, con piezas fáciles de cambiar y de encontrar en el mercado.

Por ley, Francia considera la obsolescencia programada un delito. En España, el Real Decreto 110/2015 sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos contempla que “los productores de AEE, de sus materiales y de sus componentes, deberán diseñar y producir sus aparatos de forma que se prolongue en lo posible su vida útil, facilitando entre otras cosas su reutilización, desmontaje y reparación”. Tanto las empresas encargadas de la gestión de los residuos como de su reutilización afirman que la normativa europea sobre ecodiseño también ayuda a que, cada vez más, se favorezca la prolongación de la vida de los aparatos.

Una tienda (física o digital) se niega a recoger el aparato usado o en mal estado equivalente al que compras.

Esta negativa infringe claramente lo establecido en el real decreto mencionado. Además, la misma normativa obliga a que los grandes distribuidores con una zona de venta de AEE de al menos 400 metros cuadrados recojan los más pequeños (con dimensión exterior inferior a 25 centímetros) de forma gratuita y sin la condición de que el usuario compre un aparato equivalente.

Desde uno de los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP), Ecolec, su director de Relaciones Institucionales, Marketing y Comunicación, Rafael Serrano, afirma que el crecimiento de la recogida selectiva responde, entre otras razones, “a una política muy activa de formación, información y prestación del servicio de gestión de RAEE en toda la distribución tradicional (comercio de proximidad) para aligerar esa obligación que tiene el punto de venta”. Pero también afirma que “aún queda camino por recorrer para que la distribución, sobre todo en la venta a distancia, cumpla con sus obligaciones de recepción y correcta gestión de este tipo de residuos”.

Que alguien deje un aparato en la calle o en el campo, incrementando el problema de la generación de desechos electrónicos incontrolados.

Desgraciadamente, no resulta raro encontrar un microondas, un ventilador o incluso un peligroso frigorífico (por los gases nocivos que deja escapar al aire) entre los contenedores para la basura doméstica. Es una de las causas que provoca que un aparato no se reutilice o recicle de manera adecuada.

José Manuel Portas, técnico de proyectos de la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (Aeress), considera: “En este supuesto hablamos de varios problemas: por un lado, una posible falta de accesibilidad al punto limpio o de transporte de los aparatos a la instalación por parte del ciudadano; y tenemos también un problema de educación ambiental que nosotros intentamos día a día tratar mediante la divulgación de los beneficios sociales y ambientales de la reutilización”.

Un punto limpio, u otra instalación de recogida, no prepara o trata adecuadamente un RAEE para que se reutilice o recicle.

Lo hablábamos en el anterior artículo sobre el reciclado de televisores y monitores: una mala práctica en el tratamiento de los RAEE en los puntos limpios impide su posterior reutilización o reciclado de materiales. Según Portas, “el concepto tradicional de instalación de punto limpio no está pensado para el tratamiento de preparación para la reutilización, ni a nivel de formación del personal ni de la adecuación técnica de la instalación. En este sentido, hay mucho por mejorar y se está perdiendo una oportunidad muy grande para fomentar este tratamiento e informar a la población sobre los beneficios del mismo”. Considera que deberían ser “instalaciones de referencia medioambiental, con un fin divulgativo y también de encuentro social”.

Los puntos limpios, pero también las tiendas y las grandes superficies, son instalaciones de recogida de RAEE que según el Real Decreto 110/2015 deben reunir unas condiciones muy concretas para facilitar su posterior tratamiento. Por ejemplo: no lanzar los RAEE a los contenedores, tener superficies impermeables para la recogida de derrames o disponer de estanterías, palés y contenedores de tamaño adecuados que permitan la separación de los RAEE destinados a la preparación para la reutilización de los restantes.

Deberían existir más opciones de recogida doméstica de aparatos. Por ejemplo, la de puerta a puerta en pequeños municipios.

Ya hay más opciones, porque además de los puntos limpios y las recogidas en tiendas y grandes superficies, algunos ayuntamientos activan recogidas a domicilio y disponen de puntos limpios móviles, para acercar lo máximo posible el servicio a la ciudadanía. Sin embargo, la experiencia muestra que son insuficientes. El responsable de Aeress habla de “establecer recogidas adicionales puerta a puerta, que resultan altamente efectivas para fomentar y facilitar una preparación para la reutilización más exitosa. No es la opción más económica, pero en municipios de tamaño medio y con el suficiente empuje municipal, los resultados pueden ser muy buenos, además de facilitar así la colaboración ciudadana”.

No todas las empresas fabricantes o importadoras se responsabilizan de participar en la gestión del residuo que genera el aparato que producen o importan.

Toda empresa fabricante de un determinado AEE está obligada a responsabilizarse de su adecuada gestión una vez que se convierte en residuo. Sin embargo, Rafael Serrano advierte que “aún a día de hoy, casi 14 años después de la entrada en vigor del real decreto 208/2005, primera norma española que regula la correcta gestión medioambiental de los RAEE, existen fabricantes que no cumplen con las obligaciones derivadas de la puesta en el mercado de sus productos, no cumpliendo con el principio de quien contamina, paga».


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