Seis años y tres meses después de que el Gobierno socialista de Madrid parase las obras de la A-27 en el Coll de Lilla, se han retomado las trabajos. De momento de forma tímida. Se está avanzando con las desbrozadoras para preparar los terrenos, de forma que a principios del año que viene pueda empezar a perforarse el túnel.
Poco a poco se van conociendo algunos detalles. Ayer el subdelegado del Gobierno en funciones, Emilio Ablanedo, y el jefe de Carreteras en Catalunya del Ministerio, Juan Barios, se reunieron con una delegación de alcaldes y representantes de los consells comarcals de la Conca de Barberà y el Alt Camp. Tras la reunión, destacaron dos elementos de preocupación. En primer lugar al que hace referencia a la consignación presupuestaria, mientras que el otro está relacionado con el tráfico de las mercancías peligrosas.
«Se está estudiando si hay otras alternativas y lo que suponen en cuanto a los kilómetros», describió el alcalde de Montblanc, Josep Andreu. Aunque los representantes del Gobierno no confirmaron que estos vehículos finalmente no puedan circular por el túnel. Y esto pasaría también por establecer limitaciones «en función de la tipología o que tan solo puedan pasar unas determinadas horas o por la noche», concretó.
Los agentes económicos no tardaron en reaccionar. «Es impensable que la infraestructura que debe comunicarnos con el interior no tenga en cuenta que este es un territorio con un tejido productivo especializado», lamentó el secretario general de la Federació Empresarial d’Autotransport (Feat), Josep Lluís Aymat.
Sesenta kilómetros adicionales
Y la alternativa para los transportistas es que sigan utilizando la ruta actual que, desde Tarragona les obliga a ir hasta El Vendrell por la AP-7 y allí coger la AP-2 en dirección Montblanc y Lledia. Una ruta que comporta una distancia adicional de 60 kilómetros para los camiones.
El presidente de la Cambra de Comerç de Tarragona, Andreu Suriol, lamentó que «tenemos un Gobierno tan incompetente que ni siquiera sabe de dónde puede sacar dinero para sobrevivir». En esta línea argumentaba que «acabarán construyendo una autovía tan solo para la comarca, cuando, si somos más competitivos, obtendrían una rentabilidad que sería buena para todo el país».
Por su parte, la directora general de la Associació Empresarial Química de Tarragona (Aeqt), Teresa Pallarès, se mostró más prudente. «Supongo que en algún momento alguien convocará a los sectores y nos enteraremos de lo que va este estudio».
La representante de la patronal que defiende los intereses de las empresas del sector petroquímico, quiso poner en valor que «somos el polígono más importante del sur de Europa, por lo que deben ponernos las herramientas para facilitar la logística». Y, en este sentido, argumentaba que «son muchas las empresas en Tarragona que resultan afectadas por estas decisiones».
Menos presupuesto
En lo que se refiere a la disponibilidad presupuestaria, los representantes políticos que participaron en la reunión mostraron su preocupación ya que la consignación para el año que viene en los presupuestos de este ejercicio era de 28 millones de euros, y ahora se prevé que tan solo será de diez.
Control periódico
Andreu lamentaba que «después de más de seis años paradas, al final las obras no irán tan rápidas como nos habíamos marcado». Por ello Martí Barberà, que acudió en representación del Ayuntamiento de Valls, argumentaba que «deberemos estar muy atentos desde el territorio porque está claro que cuanta más presión podamos hacer, más podremos conseguir». En este sentido, en las puertas de la subdelegación ya fijaron solicitar una nueva reunión para dentro de tres meses.
Durante el encuentro, no obstante, constataron que Fomento ha introducido cambios para salvar los problemas relacionados con el suelo, como son la presencia de pizarras en Valls y las arcillas expansivas en la zona de Lilla.
También avanzarán los estudios para enlazar la futura autovía con la entrada de la autopista AP-2.