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Fertiberia advierte de que «la legislación medioambiental nos tiene con la soga al cuello»

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Conferenciantes y público asistente a la jornada matinal de ayer del curso de La Granda dedicado a la industria química. En el centro, Juan Velarde, director de los cursos.

Conferenciantes y público asistente a la jornada matinal de ayer del curso de La Granda dedicado a la industria química. En el centro, Juan Velarde, director de los cursos. / MARIETA

El director de la planta de Trasona afirma en La Granda que «a partir de un punto la industria deja de ser sostenible y no te queda otra que irte»

La industria química asturiana reivindica su peso en la economía y advierte de que una legislación excesivamente restrictiva en materia medioambiental condicionaría su desarrollo. «Todo tiene un límite. Hay un punto a partir del cual la industria deja de ser sostenible, y entonces no te queda más remedio que irte a otros países donde las limitaciones sean menores. No hemos llegado a ese punto, pero la soga está puesta y cada vez aprieta más», manifestó ayer Jesús Alberto González, director de Fertiberia Trasona y uno de los ponentes de la segunda y última jornada que los cursos de La Granda, en Gozón, dedican a 'Apuntes sobre la historia y perspectiva de la industria química y de procesos asturiana'.

Sus declaraciones se producen la misma semana en la que el Principado ha aprobado la revisión del Plan de Calidad del Aire de Avilés, quince medidas diseñadas con ánimo de reducir la contaminación que han de adoptar y sufragar en su práctica totalidad una serie de empresas. La factura se eleva a 13,75 millones de euros a satisfacer ante del 31 de diciembre de 2019.

Entre esas empresas se encuentra Fertiberia Trasona. Integrada en el Grupo Villar Mir, emplea a unos 270 trabajadores, y además de fertilizantes también fabrica productos químicos orientados a reducir las emisiones que generan los procesos productivos de otro tipo de industrias. El plan de calidad le impone asfaltar viales y reforzar su limpieza, apantallar, confinar o abatir los focos susceptibles de difundir partículas contaminantes y revisar los límites que impone la autorización ambiental integrada, la norma que entre otras cosas regula las emisiones. La revisión, a la que también tendrán que someterse ArcelorMittal, Asturiana de Zinc, Alcoa y Saint-Gobain Cristalería, se acometerá a lo largo del próximo año, según recoge el plan.

La contaminación que provoca el proceso industrial de Fertiberia suscita numerosas quejas provenientes de vecinos del entorno y de colectivos ecologistas. González remarcó los esfuerzos que ha realizado en los últimos años la empresa para contenerla. «Lo hemos conseguido a base de tecnología y de grandes esfuerzos, pero la industria química tiene un peaje. En un momento determinado puedes tener una incidencia, un riesgo que tenemos que minimizar». Como ejemplo del esfuerzo al que alude, señaló que las paradas de la planta de acido nítrico «se acometen cada vez con menor frecuencia gracias a que hemos ido cambiando maquinaria e instrumentación».

El director de Fertiberia Trasona remarcó dos productos que fabrica la planta diseñados para reducir las emisiones contaminantes de otras industrias, e incluso de la propia. Uno es resultado «de un proyecto desarrollado por nosotros en 2008 que reduce un 92%-95% las emisiones de óxido nitroso que generan las plantas productoras de fertilizantes», como es el caso. El otro, una solución amoniacal que «reduce en un 70% las emisiones de gases nitrosos que genera la industria cementera y térmica. Cada vez tiene más salida. El octubre del año pasado se implantó en la central térmica de Aboño y hace dos meses en la de Soto», señaló.

Entre los ponentes en las conferencias y mesas redondas sobre industria química asturiana que ayer se desarrollaron en La Granda se encontraba Herminio Sastre, exconsejero de Medio Ambiente y de Educación y Ciencia en gobiernos autonómicos dirigidos por Álvarez Areces, y catedrático del departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente en la Universidad de Oviedo. Habló de la «mala imagen» que tiene la industria química al tiempo que resaltó que «la solución de muchos problemas medioambientales se realizará mediante procesos químicos. Las minas del futuro serán los vertederos de residuos sólidos de hoy, de los que se obtendrán recursos energéticos mediante procesos químicos», dijo al respecto.

Sastre no ve que las limitaciones medioambientales frenen el desarrollo del sector. «Yo creo que no. Creo que la legislación confiere sostenibilidad y permite adecuar nuestro modo de vida a un futuro desarrollo. Vamos hacia una economía circular, fabricar, usar y reutilizar en la medida de lo posible todos esos materiales en lugar de desecharlos. Si seguimos en esa línea la escasez de recursos naturales podría suplirse mediante otros productos», añadió.

Exdirectivo, ya jubilado, de Saint-Gobain Cristalería, José Vicente Costa repasó la historia de la industria del vidrio en Asturias. «La botella de sidra se inventó en Gijón en el siglo XIX. Se fabricó mucho, y su cuello tenía unas características especiales para facilitar el escanciado», dijo antes de orientar su discurso hacia Saint-Gobain. «Es un activo muy importante del grupo, y viendo las inversiones que ha realizado mi impresión es que su continuidad está garantizada. Lo digo como un mero observador externo», puntualizó.

Durante la extensa jornada, desdoblada en dos sesiones, mañana y tarde, también intervinieron Javier Santos, decano del Colegio de Químicos, y Mario Díaz, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Oviedo y director del curso, entre otras personas. Todos subrayaron la importancia de la industria química, bien desde una perspectiva histórica o desde el presente con proyección de futuro.

En auge

Según la Federación Empresarial de la Industria Química Española, el sector está compuesto por 3.034 empresas y acapara un 12,6% del PIB Industrial. En 2016 su cifra de negocio superó los 59.000 millones de euros, de los que 32.473, el 55%, se facturaron en mercados internacionales, cifra que le convierte en el segundo mayor exportador de la economía española. A nivel de empleo, genera más de 540.000 puestos de trabajo de los que 183.000 son directos, estables, de calidad y alta cualificación. El porcentaje de contratación indefinida alcanza el 94% y el sueldo medio del sector supera los 38.000 euros anuales por trabajador cuando la media nacional se sitúa en 22.600, según datos del Instituto Nacional de Estadística. En 2015, el gasto en I+D se situó en el 25% del total industrial.


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